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Description
A view of a hill in Bucaramanga. The extent of the damage caused by soil erosion is visible in the middle of the image through a small patch of exposed rock. Just below the hill next to the road is a low gravity wall, a type of retaining wall that relies on the mass of the material used to construct it, usually stone or concrete, to resist pressure from behind. The gravity wall is designed to improve soil stability by leaning back against the retained soil. At the top of the hill, which has patches of vegetation, are two structures, which are part of a precarious settlement. Though soil erosion is a natural process, in this case it was caused by human activity. Commercial development, unbridled urban sprawl and the construction of roads have exacerbated soil erosion through deforestation. Once the plants and their roots are removed, the soil's drainage patterns are changed. Road construction also compacts and loosens soil, making the area susceptible to landslides. Bucaramanga is the largest city and capital of Santander Department, located in Colombia’s northeastern Andean region. This area has been continuously populated and since pre-Colombian times has been highlighted by its natural resources which seemed to be able to sustain a large population. Its first settlers, a diverse group of Indigenous peoples whose origins were mostly Muisca or Carib, lived here and developed their cultures, economies, societies and cosmic visions in an environment characterized by conflict and cooperation with their neighbors, who had already defined their territories. With the arrival of Spanish colonizers in 1532, whose foray and conquest were brutal, the Indigenous population experienced radical changes in their way of life, where resistance and accommodation were their new reality. This process limited the region’s development and slowed European domination in such a way that a formal Spanish or mestizo settlement was not established until 1622 when the church was completed. By 1722, Bucaramanga was a modest conglomeration of homes and was given the status of parish. In 1869, Bucaramanga was named a city and later became the department’s capital in 1886. At the beginning of the twentieth century, Bucaramanga felt the struggles of rapid demographic, economic, political, and social growth, which in turn, brought about a disorganized and rapid process of urbanization that included the migration of rural populations, which left behind the region’s agro-artisanal character and replacing it with industry, commerce, and services. Population growth and rapid and unbridled urban development forced the city to grow outside of its original boundaries and forcing many to build precarious and illegal settlements in rural areas, which are characterized by insecurity, a chronic lack of public services like water and sanitation and social services, high density and critical overcrowding, the construction of substandard homes, and by their location in dangerous areas farther upland, which makes them vulnerable to landslides and flooding. This has in turn created an unsustainable situation where soil erosion, an existing problem which has been exacerbated by human activity created by the aforementioned growth and development. Notwithstanding, this has also generated, then as now, more poverty and a vicious cycle of social exclusion that perpetuates inequality and a poor quality of life for a majority of the population, which lives in the precariousness of low wages, a lack of land and home ownership and informal employment like street vending. The city’s growth encouraged Santander’s government to establish the Bucaramanga Metropolitan Area in 1981, an act that joined the four surrounding municipalities of Bucaramanga, the central area, Floridablanca, Girón, and Piedecuesta. This conurbation enjoys a large population (half of the department’s population lives here) and a strong economy where commerce, manufacturing (mainly clothing and shoes), and services that stem from tourism and an infrastructure that supports national and international events. Richard Cross took these photographs during his stay in Colombia as a Peace Corps volunteer between 1975-1978. In September 1975, he was assigned to work for INDERENA, Colombia’s former Ministry of Natural Resources and the Environment, which was dissolved and replaced by the Ministry of the Environment in 1993. On this assignment, Cross was responsible for creating a visual record of the effects of erosion in Bucaramanga. Una vista de un cerro en Bucaramanga. El grado del daño causado por la erosión es visible en el medio de la fotografía, evidenciado por el pedazo de piedra expuesta. Justo debajo del cerro sobre el costado de la carretera se observa un muro de gravedad, un tipo de muro de contención que depende de la masa del material usado para construirlo, generalmente piedra o cemento, para resister la presión ejercida por la tierra en su parte posterior. El muro de gravedad está deseñado diseñsado para merjorar la estabilidad de la tierra, objetivo logrado por el hecho de que el muro es recargado en contra de la tierra retenida. Sobre la parte alta del cerro, la cual tiene secciones de vegetación, se observan dos estructuras, las cuales forman parte de un asentamiento precario. Aunque la erosión es un proceso natural, en esta caso fue causado por actividad humana. El desarrolo comercia, la expansión urbana desenfrenada y la construcción de carreteras la han exacerbado a través de la deforestación. Cuando las plantas y sus raíces son removidas, los patrones de drenage son cambiados. La construcción de la carretera también compacta y afloja la tierra, haciendola susceptible a los deslizamientos de tierra. Bucaramanga es la ciudad más grande y capital del departamento nororiental colombiano de Santander en la región andina. Esta área ha sido continuamente poblada pues desde tiempos precolombinos destacó por sus recursos naturales que parecían poder sostener a una población considerable. Sus primeros pobladores, una diversidad de grupos indígenas en su mayoría de origen muisca o caribe, habitaron aquí y desarrollaron sus culturas, economías, sociedades y cosmovisiones en un entorno de conflicto y cooperación con sus vecinos, los cuales ya tenían sus territorios definidos. Con la llegada de los colonizadores españoles a la región en 1532, cuyo paso y conquista fue brutal, los pobladores indígenas experimentaron cambios radicales en su forma y estilo de vida, donde destacó la resistencia y el acomodamiento a su nueva realidad. Este proceso limitó el desarrollo de la región y el dominio europeo de tal forma que un asentamiento europeo o mestizo no se hizo hasta 1622, cuando su iglesia fue terminada. Para el año 1722, Bucaramanga era una agrupación modesta de casas y fue convertida en parroquia. En 1869 recibió el título de ciudad y fue declarada la capital departamental en 1886. Entrando el siglo XX, Bucaramanga sintió los estragos del rápido crecimiento demográfico, económico, político y social que a su vez impulsó un proceso de urbanización también rápida y desorganizada y la migración de la población rural que dejó atrás el carácter agro-artesanal de la región, reemplazandolo con la industria, el comercio y los servicios. Este crecimiento poblacional y el rápido y desenfrenado desarrollo urbano obligaron a la entidad a crecer más allá de sus fronteras originales y ha forzado a muchos a crear asentamientos precarios e ilegales en zonas rurales de la entidad, los cuales están marcados por problemas de inseguridad, carencia de servicios públicos como el agua y el saneamiento y de servicios sociales, alta densidad, hacinamiento crítico, viviendas construidas por debajo de los estándares o de pobre construcción y por su localización en zonas de riesgo natural en tierra alta, lo cual los ha hecho vulnerables a deslizamientos de tierra e inundaciones. Esto a su vez ha creado una situación insostenible de erosión de la tierra, problema existente que ha sido exacerbado por la actividad humana proveniente del crecimiento y desarrollo ya mencionado. No obstante, esto también ha generado, desde entonces hasta ahora, más pobreza y un círculo vicioso de exclusión social que genera desigualdad y baja calidad de vida para una mayoría que vive en la precariedad de sueldos bajos, carencia de tenencia de tierra y casa y oficios informales como la venta ambulante. El crecimiento de la entidad también impulsó al gobierno de Santander a establecer el Área Metropolitana de Bucaramanga en 1981, acto que juntó a los cuatro municipios aledaños de Bucaramanga, núcleo principal, Floridablanca, Girón, y Piedecuesta. Esta conurbación ahora goza de una población grande, pues cuenta la mayoría de la población distrital y una economía donde acentúa el comercio, la industria, principalmente la del calzado y ropa, y los servicios que vienen del turismo y de la infraestructura que apoya eventos nacionales e internacionales. Richard Cross tomó estas fotografías durante su estancia en Colombia como voluntario del programa estadounidense Peace Corps durante los años 1975-1978. En septiembre de 1975, fue asignado a trabajar para INDERENA, antiguo Instituto Nacional de Recursos Naturales y del Ambiente, el cual fue disuelto y reemplazado por el Ministerio del Medio Ambiente en 1993. En esta asignación, él fue responsabilizado por crear un récord visual de los efectos de la erosión en Bucaramanga.
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